domingo, 19 de junio de 2011

Y los demás - Mamerto Menapace

Reflexión

Del libro La vida que el Padre nos dio de Mamerto Menapace.

Se dice que el que no es capaz de vivir solo, que se cuide de vivir solo, que se cuide de vivir con los demás. Y que el que no sabe vivir con los demás, nunca podrá vivir solo. Soledad y comunión son dos aspectos que equilibran la vida y se necesitan mutuamente.
Porque el crecimiento no se ha detenido. Todo lo que vive crece. Y todo lo que asciende, converge. Somos como un árbol, que hasta un cierto punto crece en forma de tronco. Pero, a partir de un determinado momento, la necesidad interna de su propio misterio de árbol, hace que se diversifique en ramas. Cada una toma una dirección distinta, y si la vida es plena y no encuentra demasiados obstáculos, la copa se irá abriendo en forma armoniosa, y por lo tanto las ramas se separarán cada vez más en direcciones contrarias. El impulso por ser ellas mismas es lo que terminará por hacerlas encontrar en la totalidad de la copa.

Los bichos que carecen de esqueleto necesitan de un caparazón. Pero cuanto más perfecto es un ser en la escala de las especies, más fuerte tiene su realidad interior, y más sensible es su capacidad de relacionarse con los demás. Creo que en esta etapa del inicio consciente de nuestro camino es cuando más necesitamos relacionarnos con los otros, superando la necesidad y creciendo siempre hacia el deseo.
Todos nacemos en una determinada cultura, que es la memoria colectiva del crecimiento que todo un grupo humano ha ido acumulando, como sabiduría en su relación con la tierra, con los hombres y con Dios. Es una manera de ver la vida, y de integrar una escala de valores.
Pero hoy día ya no podemos contar con una cultura única. Estamos sumergidos en un mundo pluralista, donde tenemos que convivir con otras maneras de pensar y de valorar. Puede haber culturas dominantes que nos quieren imponer su propia visión de las cosas.
Permítanme una humorada que hace poco me regaló un amigo judío. Él me comentaba, en forma jocosa, que cinco grandes judíos trataron de explicar cuáles son las raíces de nuestras decisiones,. Dónde nacen y se asientan nuestros impulsos fundamentales:
1º Vino Moisés y dijo: todo pasa por la cabeza. Lo fundamental es el conocimiento de la ley de Dios y su voluntad.
2º Luego vino Jesús y dijo: todo pasa por el corazón. Lo fundamental es el amor a Dios y al prójimo.
3º Mucho después vino Marx y dijo: todo pasa por el estómago. La economía rige los actos humanos.
4º Casi enseguida vino Freud y dijo: todo pasa por el sexo. La libido es el gran impulso que mueve a los hombres.
5º Finalmente llegó Einstein y dijo:… ¡todo es relativo!
Bromas aparte, es evidente que frente a un mundo con una cultura pluralista y globalizada de la información, el gran peligro es perder una escala de valores y que todo nos dé lo mismo. Es la cultura del zapping, técnica con la que los televidiotas tratan de consumir todo lo que la pantalla les trae, sin necesidad de comprometerse con nada.
Pero, por otro lado, todo lo que crece tiene que alimentarse. Tiene que estar abierto a recibir del exterior, y a la vez debe tener la capacidad de integrar armoniosamente eso que recibe en la unidad de su propia realidad. Y si esto es evidente en lo físico, a través del alimento que recibimos, es mucho más cierto en los otros campos, como el social, el psicológico, el afectivo y también el espiritual.
Hasta pienso que el hecho de tener que compartir un mundo con una visión pluralista, nos obliga a afinar en ambas direcciones. Por un lado, buscar obstinadamente la propia identidad a través de elecciones valiosas a las cuales permanecer fieles, y por otro, el estar abiertos para integrar todo lo positivo que ciertamente nos puede venir de afuera de nuestro mundo propio.
Pero la comunión no puede reducirse a un simple proceso de recibir, discernir e integrar. Tan importante como esto, es la posibilidad de dar y de darse. Sólo llegan a ser plenamente nuestras las cosas que entregamos. El día que lleguemos a la plenitud, habremos dejado todo lo que teníamos y nos llevaremos lo que hemos dado.
Nuestras realidades profundas sólo perduran si logramos hacerlas vida para los demás. De lo contrario, se morirán con nosotros.
Del acierto en nuestras elecciones, y de la capacidad nuestra para comprender y ayudar a los demás compartiendo lo nuestro, puede depender también el que mi hermano no equivoque sus propias opciones.
Mi amor y mi comprensión en sus momentos de debilidad, pueden ser fundamentales para que él pueda también, hacer un acto de fe en la vida y arriesgar más allá de la necesidad y acceder al deseo que lo capacite para la renuncia y el amor.
Pero, también, puede ocurrir lo contrario. Puedo estar tan cerrado en mí mismo que llegue hasta la terrible actitud egoísta que la Biblia cuenta de Caín.
-Y a mí: ¿qué me importa mi hermano?
Yo no soy responsable de él.
Pero ante Dios y ante la vida, todos somos corresponsables de todos.

LAS SEÑALES DE DIOS - Mamerto Menapace

"Era un hombre bueno que trabajaba fuerte. Supongamos en una oficina toda la semana. Una cosa que le encantaba, responsable de su trabajo, era los fines de semana, cuando podía dedicarse a su hobbie, diría su berrinche, su berretín, su gusto, su deporte, que era la navegación a vela. Eso le encantaba.
Y justo se dió un fin de semana, viste, esos fines de semana lindos, que hay una fiesta patria en el medio y la corren al lunes. Te queda viernes a la tarde, todo el sábado, el domingo, el lunes.
Su mujer le avisa que tiene que ir a un casamiento a otra ciudad con sus chicos.El marido le dice: "Ay, me viene tan bien. Yo ese fin de semana me largo a navegar".
"Perfecto, querido, anda a navegar", le dice la señora.

Para mejor hacía mucho calor, era un día mas bien quieto. Tenia un velerito personal, preparó un bidón como de 20 litros de agua, como para día y medio. Una de esas conservadoras con lo necesario adentro y un poquito, antes del mediodía del sábado, se larga con el velerito mar adentro. Dejó los datos en la Prefectura, ahí en la costa, y se largo con el velerito.
Un viento tenue, un día medio bochornoso, pero viento de tierra adentro. Se recostó contra el mástil, alargó la vela, y de repente, entre tanto cabeceo del agua que va y que viene, se quedó dormido. Profundamente dormido como expediente de jubilación docente.
Se despertó como a las 5 de la tarde, porque estaba muy cansado y con horror vió que el cielo se había oscurecido y se venia una tormenta y, para mejor, no tenia ni motor, ni radio, ni nada. Saca la brújula, controla, ve que la tormenta viene de tierra adentro y que era inútil la vela porque lo iba a llevar mas mar adentro.
El hombre, sabio, desenrosco la vela enseguida, la ató bien al fondo del mástil para sentarse encima, se agarró del mástil y arrimó un poco el bidón de agua pensando: "Bueno, esperemos. Esperemos que la tormenta no dure mucho", y se agarró fuerte.
Al primer golpe, empezó la sacudida. De acá para allá, de allá para acá, y estaba el pobre, ahí, de un lado para el otro, como pirata en Bolivia porque no sabía para que lado quedaba el horizonte. La tormenta duró toda la tarde, toda la noche, todo el domingo hasta la madrugada del lunes. El hombre se perdió totalmente. A la madrugada del lunes, sintió de repente que su velero había dado contra unas piedras. Vaya a saber en que costa solitaria se estrelló, se destrozó totalmente el velero pero él quedó agarrado al mástil donde estuvo un día y medio. Las olas lo tiraron a la costa. Llegó a la costa cansadísimo, muerto de cansancio, de sed, de hambre. Caminó, cruzó el médano, lo paso al otro lado, y se dijo "Dios quiera que ya que me has salvado la vida, ahora me sigas protegiendo y que pronto algún barco me encuentre".

Mientras tanto, puso el mástil sobre unas piedras, sobre unos troncos, extendió la vela, agarro unas piedras y las puso como para que la vela quedara hecha un techito. Cortó ramas verdes, las puso arriba, y se dió cuenta que estaba todo totalmente mojado. Buscó la brújula pero no la encontró. Todo, todo lo había perdido. Lo único que logro salvar era un encendedor chiquito que tenia en el bolsillo. Lo dejó secar bien y se dijo: "Bueno, por lo menos voy a encender un fuego". Sopló y al final logro encender un fueguito. Se sacó los pantalones, los colgó. Se saco la camisa y dijo: "Bueno, mientras voy a buscar algo para comer -algún pescado en la playa, una cosa así- espero que todo esto se seque para que, a la tardecita, cuando venga este todo seco, porque vaya a saber cuantos días van a tardar en encontrarme, porque no tengo ninguna manera de que me encuentren rápido".

Salió a caminar. Encontró un pescadito por acá, otra cosa por allá. Total que el pobre, en un determinado momento le dijo a Dios: "Señor Dios, me pongo en tus manos, soy tu hijo. Me salvaste la vida, por algo será. Te pido por favor, protégeme, cuídame este poquito que tengo porque tengo que irme." Y se fue. De repente mira para atrás y vió el desastre. Un golpe de viento tiró los pantalones secos pero sobre el fuego, estaban ardiendo los pantalones, la camisa, el tronco, la vela, las ramas, todo, todo. Cuando llego corriendo después de un rato hasta el lugar encontró el braserío. Todo, todo se había quemado. Se arrodilló amargado y casi gritando dijo: "Señor Dios, vos sos mi Padre. Mirá lo que me venís a hacer. Lo único que había salvado: mi ropa, un lugar donde guarecerme, y todo, todo se quemó. Me puse en tus manos y mira la respuesta que me das. Señor Dios: si sos un Padre ¿así trata un padre a su hijo?... Por favor, Señor Dios, yo que tanto te había pedido...".

Se sentó sobre un tronco, puso la cabeza entre las rodillas, y ahí, agotado, se quedó dormido, profundamente dormido. Hacia dos noches y un día que no dormía. Tan dormido se quedó cuando, de repente, lo despierta una sirena. Medio dormido se dió cuenta que era la sirena de un barco y salió corriendo como para buscar la partera. Trepó el médano, corto una rama como para hacerle seña a la gente donde estaba pero, para su asombro, cuando subió al médano, vió que el barco estaba parado, ahí, delante de él, a unos 500 metros, y un bote con 4 personas venía para rescatarlo. Cuando llegan, le dicen: "Venimos a salvarte. Viste que te encontramos". "Y, ¿cómo sabían que yo estaba acá?", les dijo asombrado. "Por las señales de humo que nos hiciste ayer", le respondieron.

Lo que él había pensado que era el desastre, el olvido, el final, fue la señal que permitió que lo encontraran y lo salvaran. Cuantas veces lo que nosotros consideramos que es el final de todo, que es el desastre total, a lo mejor en el plan de Dios es el momento del verdadero encuentro. No será así, quizás, también nuestra muerte?. Creemos que es el fin, el desastre total, el final y en realidad será el momento en que nos encontremos con el abrazo de Dios, definitivo, total, la vida completa.

Para pensarlo. No?. Dios los bendiga: En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Que cuento tan hermoso,para reflexionar

UN TROPEZON - Mamerto Menapace

"A veces las cosas nos pueden sorprender tanto que por ahí se nos escapa una maldición o una mala palabra cuando a lo mejor, pensándolo bien, lo que tendría que surgir es un: gracias, no lo había pensado, que lindo"

"Un paisano estaba carpiendo el algodón. Había estado en un día caluroso, y venía, como pa´l mediodía, caminando y como pa´ahorrar camino había atravesado un pastizal. Iba con la azada al hombro pensando en cualquier cosa, porque venia cansado y el que viene medio cansado viene medio arrastrando los pies. De repente tropieza y por poco se va de nariz al piso, con la azada que le voló sobre los hombros y cayo para allá".

"Ahí nomás, en el suelo, casi se largo una maldición de esa que bajan los santos del cielo. ¡La rabia que le había dado!. Miró mejor. ¿Saben contra que había tropezado?: contra una sandía. Grandota la sandia. Medio tapada entre los yuyos y él que había pensado que ya no le quedaban sandias del sandial. Pero se ve que alguna de las guías de la sandia se había metido entre los yuyos y allá estaba la sandia. Justo donde él pasó sin haberla visto y tropezó".

"Cuando vio semejante sandía la levantó, la cargó, y al llegar a las casas la partió y se dio un atracón de sandía fresca y bien madura después de un día de trabajo. Fíjense: lo que él creyó que, en ese momento, era una mala suerte y le había provocado una maldición resultó que para él había sido en realidad una bendición, una cosa para agradecer.

"Mis queridos hermanos miren: en la vida nos puede pasar a veces eso. A veces una cosa que nos sucede, un trabajo que perdemos, un momento de poca salud, una persona que se nos va de nuestro lado, podemos considerarlo una desgracia. Quizás, andando el tiempo, reflexionando y viendo los frutos de lo que sucedió a lo mejor tengamos que decir: ¡que importante fue en nuestra vida!".

"Que importante fue, incluso, esa pelea que tuvimos a los cuarenta años porque nos devolvió después otros 25 años pa´estar juntos y con mas cuidado para no estropear lo que veníamos haciendo. Cuantos ejemplos se le pueden a ocurrir a Ud. y descubrir que un tropezón fue una ayuda. Si Ud. es inteligente va a saber a que me estoy refiriendo" "En el nombre del Padre, del Hijo y del espíritu Santo. Amén".

A la Luz de la Fe - Mamerto Menapace

Entre el príncipe azul y el príncipe valiente

Llegada una cierta edad la situación de una chica sin novio puede volverse angustiosa. El Padre Mamerto Menapace enseña a vivir estas situaciones a la luz de la fe para poder sobrellevarla de mejor manera.
Uno de esos días muy complejos me tocaba, a media mañana, encontrarme con un grupo de jóvenes. Jóvenes que ya habían alcanzado los 25 años y algunos torcido la curva de los treinta.

Era un grupo mayoritariamente de chicas, y una de ellas hizo un planteo que a veces puede representar una situación de angustia para una chica de 28 años que siempre ha querido formar una pareja y, después de haber probado una o dos veces y ver que la cosa no funciona, la situación se pone más ansiosa y puede llegar a ser muy angustiosa.
La pregunta que hizo fue más o menos así: "¿Tenemos simplemente que quedar esperando que Dios nos lo mande o tenemos que salir un poco a buscarlo?". Entonces una de las jóvenes, que era muy avispada, dijo una cosa que me causó mucha gracia y se los quiero regalar.
Me dijo: "lo que nos pasa a las chicas es que hasta los 25 años nos quedamos esperando al príncipe azul y después de los treinta salimos a campear al príncipe valiente". La imagen me pareció muy linda porque yo creo que no sólo en este terreno de la pareja, sino en muchos otros, hasta un cierto momento esperamos que la vida nos vaya brindando las posibilidades y nos damos el lujo de decir que sí o no. Pero llega un momento que pasamos la edad de merecer y llegamos a la edad de no despreciar.
Ya no es cuestión de elegir entre ciertas posibilidades, sino salir objetivamente a buscar una. Una vez que el árbol ya creció de esta manera la opción es llevarlas a plenitud de esta manera.
Por eso yo creo que a medida que vamos creciendo y madurando en la vida ya no es tanto cuestión de elegir, sino de ser fiel a lo elegido.
Y eso quizás es mucho más difícil y mucho más rico. Probálo si no y que Dios te dé la gracia.

Editorial Patria Grande

Ignorancia versus sabiduría

La ignorancia te hace creer que la vida
funciona por casualidades.
La sabiduría te enseña que todo lo que ocurre
en esta gran obra de teatro tiene un profundo
significado.
Lo que ves hoy no es fruto de la casualidad,
sino de las semillas plantadas en el pasado.
Siembra semillas de paz en el presente
y crearas una vida de paz para el futuro.
La ignorancia es como un profundo sueño
en el que uno sueña que todavía esta despierto.
Es una enfermedad de la humanidad.
El alma humana se olvida de quien es y a quien pertenece.
Empieza a actuar por instintos y no por valores.
En la vida vendrán dificultades y obstáculos.
No vienen para detenerte, pueden fortalecerte
y ayudarte a avanzar con mas experiencias.
No vivas según tu reloj.
Vive según tu brújula de valores,
así te asegurarás que estás en el camino…

Hermoso Cuento


El candil de la nona

Ha quedado en mi recuerdo como uno de esos objetos sin edad.
Como si a fuerza de estar y de alumbrar,
hubiera logrado vencer el tiempo y permanecer.
Era una lámpara antigua de bronce.
candil
Tampoco podría afirmar, al revivirla hoy en mi recuerdo,
si lo que la adornaba eran dibujos
o simplemente arrugas con las que la vida
y los acontecimientos habían ido ganándole un rostro.
Tenía ese noble color del bronce,
y la capacidad de alumbrar en silencio.
Era una lámpara con pie.
Cuando se la encendía, se la colocaba siempre
en el centro de la mesa familiar.
De ahí que su recuerdo
lo tengo acollarado a las noches de invierno.
Porque en verano vivíamos a la intemperie,
y entonces no se usaba la lámpara,
sino un farol que se colgaba de las ramas del árbol del patio.
Pero la lámpara de bronce
tenía esa rara cualidad de crear la intimidad.
Objeto quedado, de entre miles de objetos idos,
la vieja lámpara de bronce parecía haber asumido
en lo más íntimo de sí su propia soledad,
y quizá fuera de allí de donde sacara
esa misteriosa fuerza para crear la comunión.
Cuando entrada la noche se encendía la lámpara,
parecía que su luz quieta
hiciera crecer a su alrededor el silencio,
y no sé qué misterio viejo.
Mirando su llamita, los niños dilatábamos las pupilas,
y quietos de cuerpo y alma, remábamos tiempo adentro.
Hacia esa época legendaria en que grandes vapores
llenos de inmigrantes avanzaban por el mar hacia nosotros.
En uno de ellos había venido a desembarcar
en nuestra mesa aquella lámpara.
Entre nosotros su luz creaba esa misteriosa realidad
de hacernos sentir con raíces, viniendo de un tiempo viejo.
Sabíamos que en otros tiempos su luz
había alumbrado fiestas bulliciosas; que en ocasiones
había creado la sombra precisa para ocultar una mirada furtiva;
y que su llama había mantenido la luz necesaria
para alimentar las confidencias.
En aquellos tiempos viejos,
quizá había sido en las noches de la llanura la única respuesta
de luz en leguas a la redonda,
para el diálogo de nuestros abuelos con las estrellas.
No la sentíamos vieja.
Porque intuíamos que había superado el tiempo.
De la misma manera no nos atrevíamos
a llamar vieja a una fruta madura.
Madura de alumbrar, había terminado por asumir la vida en sí misma.
Uno sabía que esa madurez de vida
era el combustible que le permitía seguir alumbrando quieto.
Porque tenía una rara manera de alumbrar sin hacer ruido:
tenía una luz mansa.
Aparecía entre nosotros a eso de la oración;
y su presencia en la mesa familiar
convertía en liturgia esos ritos primordiales
de partir en cada plato la polenta humeante
y el guiso oscuro y fuerte.
Cuando luego de unos años de ausencia volví a mi familia,
la vieja lámpara ya no estaba allí
con su color bronce y su luz mansa.
Pero su ausencia seguía creando ese hueco de silencio familiar.
El candil de la nona
fue en mi vida uno de esos objetos vivientes
que me enseñaron que los humanos también tenemos raíces.
Mamerto Menapace




Les deseo que arranquen hermosa la semana!!!!!!!!!!!!!!




domingo, 5 de junio de 2011

Muy feliz domingo



Muy feliz domingo para todos,disfruten de sus amores y de todo lo hermoso que la vida les da!!!!

jueves, 2 de junio de 2011

Gifs, preciosos super tiernos

Hermosos gifs para utilizar en lo que quieran!!!







           
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